miércoles, 14 de marzo de 2012

El enigma Williams


En Grove, sede de operaciones de la escudería Williams F1, se respira mucha tranquilidad. Es un lugar alejado del bullicio de Londres, donde el verde de los prados es el color predominante. Allí, un conjunto de edificios de estilo británico conforman el complejo donde se crea y desarrolla el monoplaza que en 2012 pilotarán Pastor Maldonado y Bruno Senna.
Sin embargo, una vez que se atraviesa la barrera de seguridad, todo cambia. Esa tranquilidad se sigue palpando, pero mezclada con una pizca de tensión y un cierto sentido de la responsabilidad. Tensión y responsabilidad. Dos palabras que tienen un mismo origen: el peso de la historia de una escudería emblemática, una de las más laureadas. Dos palabras que conducen a un mismo fin: recuperar el prestigio y los triunfos de antaño. Triunfos, por otra parte, a los que no pudieron contribuir, paradójicamente, ni Ayrton Senna, fallecido en 1994, ni Jenson Button, que en sus inicios apuntó maneras con Williams.
Williams vive en 2012 un año importantísimo para su futuro. Sus resultados de la temporada que está a punto de comenzar marcarán el devenir de la segunda escudería con más títulos de constructores de la historia, que vive en estos últimos años un declive evidente. El equipo que dominó la década de los 90 con cuatro títulos de pilotos y cinco de marcas no sabe lo que es ganar una carrera desde que en 2004 Juan Pablo Montoya logró la última. Y viene de hacer en 2011 la peor campaña de toda su historia.
A la par que ha ido perdiendo peso dentro de la Fórmula 1 ha perdido, como consecuencia, ingresos por patrocinio. Una circunstancia que, entre otras cosas, le ha impedido fichar este año a Kimi Räikkönen. El finlandés era el elegido para comenzar el resurgir, pero el dinero ahora lo es todo. Kimi costaba mucho y Bruno Senna, el elegido finalmente, era más barato y traía mucho montante a sus espaldas, aunque Alex Burns, consejero delegado de Williams se apresurara a decirnos que "es el piloto que reunía las condiciones que buscábamos". En definitiva, que la crisis económica ha hecho su parte.
Todo esto lo saben y lo asumen en Williams. De ahí que se tomen este año como el decisivo para poder volver, paso a paso, a estar entre los mejores. Es el ambiente que se respira dentro de sus instalaciones. Sus más de 500 trabajadores se empeñan al máximo por conseguir un coche competitivo nuevamente. "Sin prisa pero sin pausa" es la máxima que se aplican.
Dejar a un lado los motores Cosworth y volver a los Renault es otro de los cambios que ha revuelto las entrañas de Grove. Muchas novedades y muchas cosas que ensamblar. Y no hablamos sólo de piezas. Ante la actual situación, la escudería está viviendo cambios de todo tipo, algunos de ellos muy importantes. El más llamativo se produjo hace pocos días.
El mismísimo Sir Frank Williams, fundador y dueño del equipo en 1977 (aunque fuera con March), decidió echarse a un lado, abandonando la cúpula del consejo directivo, que traspasará el próximo 1 de abril a su hija Claire. "Ha llegado el momento de estudiar mi propio papel en el equipo", dijo el veterano Frank. Un ejemplo más de que la escudería británica necesita un giro radical si quiere reciclarse y regresar al lugar preeminente que durante varias décadas ocupó.
De momento no parece que tanto cambio esté funcionando. Esta pretemporada han rodado poco y evidenciando problemas de fiabilidad. Ha apostado por dos pilotos jóvenes -tras la salida del equipo del longevo Rubens Barrichello, enrolado en la aventura americana de la Indy-, con lo que se escuda en la paciencia.
Pero a la velocidad que va el mundo de la Fórmula 1, Williams va a necesitar algo más para no seguir retrocediendo. El año 2012 puede marcar la línea que les conduzca por el buen camino o les baje a los infiernos.

Fuente: marca.com

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