Cachivaches en pista

Romain Grosjean rodaba el jueves con su flamante Lotus cuando empezó a tener malas vibraciones con el monoplaza. Los sensores de su coche saltaron rápidamente. Algo no iba bien. En Jerez, Lotus superó el millar de kilómetros sin problemas, pero en Barcelona el estrés torsional de los materiales es mucho mayor por la propia configuración del circuito, de alta carga aerodinámica, y si alguien se ha constipado, el estornudo es inminente.

Eso le pasó al Lotus, un fallo estructural tan grave y detectado tan pronto que desecharon incluso traer el chasis de repuesto de Enstone, ya que tiene el mismo error, se supone que en el montaje del motor. Así que cuatro días perdidos. Un palo para el equipo, que regresará en marzo al mismo circuito.

Pero para eso son los test y para eso cada equipo monta sensores y aparatos del más variado pelaje justo en la zona que prevén más delicada o más importante de su monoplaza.

Lotus llevaba unos curiosos y minúsculos sensores circulares justo bajo el alerón trasero, aunque la palma sin duda fue para el Williams de Senna, con un gigantesco brazo de doble plano sobresaliendo del coche. "Sirve para medir el flujo de aire tras el alerón y la rueda delanteros. Eso sí, el equipo me avisa de que no puedo pisar un piano porque si no, la liamos", reconocía a MARCA.
El otro premio al espanto aerodinámico de la jornada se lo llevó el gigantesco rastrillo de McLaren, ubicado en el difusor, otra zona clave en el monoplaza de esta temporada. Evidentemente mide por donde sopla el aire.

Red Bull estudió a fondo la zona izquierda de su RB8, la que sufre las cargas en Montmeló, usando tanto parafina sólo en esa parte como una pequeño tubo de Pitot específico para el flanco izquierdo del ala trasera. Mercedes le echó el bote entero de pintura verde al lomo de su tapa motor, que acabó hecha un grafiti. Ferrari, al menos, apostó por un simple periscopio, ya más habitual y previsible, para medir la presión del aire. Cuestión de estilos.

Fuente: marca.com