miércoles, 19 de octubre de 2011

Las joyas de Newey atesoran 16 mundiales de Fórmula 1

Los diseños de Adrian Newey tienen una premisa. Con Williams, McLaren y ahora Red Bull, el ingeniero inglés es especialista en fabricar monoplazas no ganadores, sino dominantes, cazarécords, que marcan ciclos y pasan a la historia. Joyas aerodinámicas a las que supedita todo lo demás.
Su debut en 1989 fue con el March, marca con la que ya venía de ganar la Indy y las 500 Millas a principios de los 80 con el revolucionario chasis 85C. Sin embargo en la F1 la aerodinámica no tenía el papel preponderante que tiene ahora y sus esfuerzos con aquél March, al que hizo rápido, incómodo para los pilotos, y original, no bastaron.
Patrick Head sí que vio en Newey el diseñador ideal para Williams y allí Adrian sacó nueve coronas mundiales en monoplazas únicos. El primero el FW14 de 1991 con la famosa suspensión activa controlada electrónicamente, que si no ganó entonces el título fue porque Senna estaba en la cúspide de su carrera con McLaren. Algo parecido a lo que pasó en 2009 con el primer gran Red Bull, sólo superado por un alegal Brawn.
Pero en 1992, con el sistema perfeccionado, Mansell arrasó con 14 poles y 9 victorias, y al siguiente lo propio hizo Alain Prost, que básicamente regresó a la competición porque podía pilotar ese prodigio que aún ganaría carreras y el título de constructores en 1994, aunque ya imitado, igualado y superado por el Benetton de Schumacher.
En 1996 el FW18, ya con el morro levantado, fue tan dominante como el FW15, considerado uno de los mejores de la historia, y arrasó como Vettel ha hecho este año pero entonces en manos de Damon Hill, cuyo único rival fue su compañero Jacques Villeneuve. El modelo era tan bueno que en 1997, ya sin Adrian, Jaques puso punto y final a un coche prodigioso que dejó 58 victorias.
Newey, que saltaba a McLaren en 1997, tardó un telediario en sacarse del lápiz otro de esos modelos de referencia, el MP4-13 con el que Mika Hakkinen ganó dos mundiales de pilotos y otro de constructores. En su debut en Australia 98, el finés y Coulthard doblaron a todos los rivales.
Si no arrasó más años fue porque en Ferrari aún trabajaba el último antiNewey, Rory Byrne, y el reglamento estable favoreció su ventaja. Justo lo que le ocurre ahora, a su favor, con su Red Bull que ya lleva cuatro entorchados.



Fuente: marca.com

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